Canon PowerShot PX: un fotógrafo personal que, además, es inteligente
Esta cámara autónoma analiza la escena, identifica personas, rastrea sus rostros, elige los momentos idóneos para capturar las imágenes y… ¡dispara!
Se puede denominar a la Canon PowerShot PX como una cámara autónoma de disparo automatizado. Un interesante gadget que combina software a partir de tecnologías de inteligencia artificial, detección e identificación de personas, reconocimiento facial y procesamiento de imágenes, y hardware Canon en modo de lentes, sensor y procesador. Su propuesta consiste en que ubiques la PX en el mismo sitio que elegiría un fotógrafo avezado para conseguir encuadres apropiados ante una escena de todo tipo: una actividad familiar, reunión, fiesta, etc. La propia cámara se ocupará de tomar fotos y vídeos mientras los presentes se dedican, únicamente, a disfrutar o a aprovechar el evento. También es posible ordenar a la PX que haga vídeos y fotos en el momento que cualquiera quiera. Para ello, solo es preciso decir de viva voz unos sencillos comandos.
Detalles técnicos
Para facilitar su trabajo, esta Canon dispone de un motor integrado que le permite dirigir el encuadre 340o horizontalmente y 110o verticalmente. En cuanto a su resolución, es de 11,7 Mp para foto fija y Full HD 60 p en vídeo. Las imágenes fijas son únicamente en formato JPEG y los vídeos, en MP4. El sensor es una unidad CMOS 1/2,3 y está emparejado con un procesador Canon DIGIC 7. El objetivo presenta una longitud focal de 19-57 mm (en equivalencia en 35 mm), es decir, un zoom óptico de 3x (el zoom digital alcanza 4x).
En lo que se refiere a conectividad, integra WiFi y Bluetooth, el primero para emparejarse con la red doméstica y el segundo para ver las imágenes captadas en el móvil de forma inalámbrica mediante la app dedicada. Con batería interna, se carga a través de un puerto USB-C; su autonomía, sobre el papel, está entre 2 y 5 horas, dependiendo de lo que utilice el motor (que las mecánicas físicas consumen bastante). Y, como queda dicho más arriba, la PX incluye gestión por voz, por lo que permite combinar su modo autónomo con el ‘manual’.
En funcionamiento
Tras una configuración muy sencilla, la cámara autónoma Canon PowerShot PX se esfuerza por capturar expresiones y reacciones naturales. Es decir, que la colocas en un sitio bien estudiado para que nada ni nadie tape su visión y la idea es que te olvides de ella, que justamente ella se ocupará de capturar los mejores momentos. Por descontado, puedes organizar una pose y ordenarla que dispare, tanto una foto como un vídeo.
Un detalle interesante es que puedes informar a la cámara de quién o quiénes son los verdaderos protagonistas del evento. Cuando los ‘pille’ en una buena situación, tomará la foto aunque el resto de presentes salgan monstruosos. Es una buena idea para, por ejemplo, cumpleaños o aniversarios, no sea que la PX dé protagonismo a quién estaba de mero acompañante.
El WiFi y Bluetooth integrados permiten comprobar en el móvil y casi al instante las fotos que va tomando la cámara. Una vez terminado el evento, en el móvil, con las fotos y vídeos ya descargados, mediante la app es posible seleccionar y borrar las que quieras… y poco más. Porque esta aplicación tiene más de configuración del funcionamiento de la cámara que de herramienta para visionado o de edición.
Otro punto relevante es que, mediante otra app, es posible utilizar la PX como cámara web, pero no tanto como cámara de vigilancia porque, en este tercer uso, carece de los recursos propios de un producto de este tipo, como alerta por movimiento o sonido, por ejemplo.
La Canon PowerShot PX está disponible en acabados negro y blanco.
Gadget opina
Lo primero que llama la atención es su tamaño. No es que sea pequeña, es que es mínima, poco más que un tapón de cava (56,4 x 81,9 mm y 170 gr). Lo segundo que tenemos que decir es que Canon ha tenido, con su PowerShot PX, una muy buena idea, magnífica. Sin embargo, esta primera versión necesita darle una vuelta, una revisión. Y lo argumentamos de esta manera. Un miembro del Gadget Lab la utilizó durante la reciente cena de Nochebuena. La colocó delante de la mesa del salón, en una estantería, frente a los cinco comensales sentados al estilo Última Cena de los cuadros famosos (perdón por el símil pero es, sin duda, gráfico). Advirtió que la cámara se distraía pivotando hacia un lado y al otro, fijándose demasiado en unos marcos con fotos y en un muñeco que tenía en sus inmediaciones. No quedó ahí la cosa: las fotos y vídeos que tomó de los comensales no fueron satisfactorias porque una luz que alumbraba un nacimiento a las espaldas de estos, junto con varias velas en la mesa, distorsionaron clamorosamente la exposición general en todas ellas.
Al día siguiente, para el almuerzo del Día de Navidad, el probador la ubicó, siempre con una buena perspectiva de la escena, en un sitio distinto, sin elementos que pudieran distraerla, y confiesa que se desentendió de ella, quizá para evitar las mismas miraditas e indirectas de la noche anterior por prestar demasiada atención al cachivache (ironía, sí, pero describe, justamente, la función de esta cámara: que nadie tenga el engorro de ocuparse de las fotos). Tras revisar las tomas, se sorprendió agradablemente de que la gran mayoría de estas lucían más que estupendas: calidad fenomenal y, lo que es quizá más importante, una gran naturalidad global en los gestos.
En días sucesivos, a partir de más pruebas, las conclusiones han sido evidentes: sí, la Canon PowerShot PX hace bien su trabajo siempre que se cumplan unas condiciones de iluminación adecuadas. Por tanto, es verdaderamente recomendable que, antes de cada uso, se estudie muy bien la situación y el escenario de luz, así como se hagan pruebas, no sea que la labor de este fotógrafo autónomo desemboque en fracaso. En cualquier caso, la ‘vuelta’ que merece este producto se refiere a optimizar el apartado de exposición y, también, un cierto plus al de inteligencia, para que identifique que aquello es un simple muñeco, aunque sea muy real. Puestos a proponer revisiones, creemos que los 479 euros que cuesta la PX (a fecha enero de 2022) es un PVP exagerado de acuerdo con sus prestaciones y capacidades actuales. Por este motivo, pasa de tener 4 estrellas -por funcionamiento global- a 3 en nuestra valoración final.
Una consideración antes de continuar: si colocas la cámara, por ejemplo, delante de una mesa con sus comensales de frente, todas las fotos te saldrán… iguales, por mucho que cambien los gestos o la pose. El lado bueno de esto es que siempre es preferible poder elegir las mejores entre 30 fotos disponibles que tener que conformarse con las únicas que haya hechas mediante métodos de ‘toda la vida’. Por ello, cuando es aún más práctica la PX es en aquellas ocasiones en las que los presentes varían de situación, es decir, cuando están de pie y, efectivamente, moviéndose.
En lo que se refiere a su capacidad para acatar las órdenes, irreprochable. Siempre acompañadas por un mínimo de silencio y una vocalización digna, capta las órdenes vocales a la primera. Hemos calculado una distancia de recepción óptima de hasta 6 metros.
La función de reconocimiento de sujetos es igualmente un muy útil modo y funciona estupendamente bien. Como decimos, es especialmente práctico para determinar quién o quiénes deben ser los protagonistas de las tomas. Aquí sí brilla con contundencia su inteligencia.
Su función como cámara web se limita a digna; es acertado que figure entre sus posibilidades de uso pero está claro que no es una de sus especialidades porque le faltan las facultades de este tipo de cámaras.
En términos de calidad de imagen, las fotos ofrecen una calidad media-alta, mientras que los vídeos nos parecen más vivos (siempre, repetimos, con la premisa de una iluminación elevada y sin haces de luz disruptores). Es evidente que la calidad máxima en las primeras se logra cuando los fotografiados posan, pues se evitan cuerpos desenfocados por movimiento, por ejemplo. En líneas generales, no se aprecia ni un solo error grave global en cuanto a desenfoque, nitidez, color, etc. Sí algunos puntuales fruto únicamente de que son fotografías, podríamos denominarlas, imprevistas.
Y ese es, precisamente, el valor fundamental, la gran virtud, de esta cámara: al ser fotografías repentinas, que nadie espera, brillan por la naturalidad, por la espontaneidad, aunque muchos replicarán que eso también supone un riesgo. Así es, la Canon PowerShot PX es ideal para dotar a las vivencias de expresiones y reacciones naturales, para bien y para mal.
479 euros