Objetivo gran angular: Lo primero que debes saber
Un objetivo gran angular posee una distancia focal inferior a la de una lente normal de 50 mm, lo cual le confiere un ángulo de visión superior y, consecuentemente, la posibilidad de incluir en la imagen más elementos.
Super Foto Digital
La pregunta de los aficionados que se inician en la fotografía es inmediata: ¿Cuándo debo utilizar un objetivo gran angular? En ciertos casos, el uso de esta óptica resulta obvio. Por ejemplo, cuando no disponemos de espacio suficiente en lugares cerrados para alejarnos para tomar un motivo determinado. También resulta de utilidad en fotografía de paisajes, cuando buscamos una mayor profundidad y nitidez de los diferentes elementos ubicados a diferentes términos. Además, el objetivo gran angular y sus distorsiones nos permiten dar un toque más creativo a nuestras fotos, apartándonos de la forma habitual de observar la realidad.
No existe una línea rigurosa entre un objetivo gran angular y uno normal o estándar (50 mm). Sin embargo, y a efectos conceptuales, podemos establecer una línea de separación entre ambos diciendo que, para un formato equivalente de 35 mm (obviando el factor de recorte de sensores con tamaño inferior a 24×36 mm) una lente con una focal inferior a 35 mm es un objetivo gran angular. También es posible trazar otra línea divisoria: todos los objetivos con distancia focal inferior a 24 mm se consideran ultra gran angular (ojo de pez incluido).
Suele decirse que un objetivo de 50 mm presenta una imagen del mundo muy similar a la que perciben nuestros ojos. Utilizando una gama de ópticas comprendidas entre 35 y 90 mm, captamos aproximadamente los mismos elementos que observamos a simple vista sin mover la cabeza. Por otra parte, las relaciones de tamaño entre objetos también se asemejan mucho a lo que percibimos habitualmente. Por el contrario, las escenas tomadas con un objetivo gran angular muestran más elementos de los que vemos a simple vista, lo que se correspondería con nuestra visión normal si moviésemos la cabeza en cierta medida.
En definitiva, el objetivo gran angular nos muestra más cosas situadas a diferentes distancias, lo que supone mayores posibilidades creativas. Esto nos permite, por ejemplo, establecer relaciones y yuxtaposiciones que, si están bien resueltas, logran que el espectador obtenga una visión más impactante producida por la sensación de “ver a través de los ojos del fotógrafo”.
La perspectiva
La característica más obvia del objetivo gran angular es la de ofrecer una exageración de la perspectiva. En otras palabras, tenemos la impresión de una distancia notablemente mayor entre los objetos situados en diferentes términos de la composición, por ejemplo, entre el primer plano y el fondo. Este efecto se produce trasladando a una superficie plana una imagen en la que las líneas rectas del original siguen siéndolo en la fotografía. En un ojo de pez las rectas se transforman en curvas, pero no ofrecen una visión más alejada de la realidad, sino que estamos simplemente menos acostumbrados a esta forma de percibirla.
Esa amplificación de la perspectiva del objetivo gran angular tiene algunos efectos secundarios. Si nuestra cámara se encuentra ligeramente inclinada hacia atrás, las líneas verticales tienden a unirse en la parte superior. Aunque este efecto es interesante y ofrece posibilidades creativas, existen ocasiones en las que al fotógrafo le interesa más hacer fotos donde, por ejemplo, las líneas laterales de un edificio se mantengan paralelas. Aunque hay soluciones en la etapa de postproducción, es preferible hacer las cosas bien desde el principio. Basta alinear el horizonte con el centro de la imagen, disparar y recortar posteriormente lo que nos sobre del encuadre. Otro efecto de la perspectiva exagerada se produce en las esquinas de la imagen, donde los objetos aparecen distorsionados. Esto se debe a la representación en un plano de objetos tridimensionales.
Profundidad de campo
Seguro que hemos oído muchas veces que “a menor distancia focal mayor profundidad de campo”. Esto tiene sus ventajas, por ejemplo, en un paisaje que adquiere mayor profundidad y, además, incrementa la definición de todos los elementos. La otra cara de la moneda es que, a mayor profundidad, el espectador percibe cualquier ligero desenfoque al recorrer el cuadro como un defecto y una falta de consistencia en la imagen. Dicho de otra forma, el desenfoque de fondo que se toma como normal con un teleobjetivo, inconscientemente no se perdona en una imagen gran angular.
Destello o flare
El flare es más problemático con un objetivo gran angular que con otros objetivos. Esto se debe al amplio campo de visión, no podemos utilizar parasoles profundos. Por dicha razón es frecuente obtener puntos brillantes dentro del cuadro o percibir sus efectos en otros situados justo fuera del marco. Ello se manifiesta en reflejos internos y la pérdida de contraste. En estos casos, el fotógrafo debe intentar minimizar los efectos molestos del flare colocando la mano a modo de parasol para evitar la incidencia de esos rayos sobre la lente frontal del objetivo gran angular. Sin embargo, hay que ser muy cuidadosos con el encuadre para evitar que aparezca parte de nuestra mano.