Consejos para el mantenimiento del equipo fotográfico

Consejos para el mantenimiento del equipo fotográfico

Dedicarle tiempo al cuidado y mantenimiento del equipo fotográfico es una inversión muy rentable. A la larga, supone un gran ahorro de dinero en reparaciones o compra de nuevo material, y a corto plazo, nos permite tener la cámara y los objetivos a punto para cualquier situación.

Texto DANIEL SANTOS

Seguramente has dedicado mucho dinero y esfuerzo a conseguir la cámara, lentes y demás accesorios que tienes ahora, y lo último que quieres es ver cómo empiezan a degradarse por el paso del tiempo o a experimentar fallos técnicos que son perfectamente evitables. Una rutina de limpieza y mantenimiento del equipo fotográfico hace que lo conserves en muy buen estado hasta que llegue la hora de venderlo o cambiarlo por otro. Ten en cuenta estos consejos para no tener que lamentar males mayores.

Cuidado con los cambios

Budimir Jevtic - Shutterstock

Budimir Jevtic – Shutterstock

Intercambiar el objetivo de la cámara es un procedimiento totalmente necesario para un fotógrafo, pero que no está exento de riesgos. Es muy probable que se produzcan golpes y caídas mientras los manipulas, puesto que con solo dos manos tienes que manejar un cuerpo y dos lentes. Lo más aconsejable es sostener la cámara colgada al cuello con la correa y disponer de un lugar seguro donde apoyar la óptica que vayas a extraer -una mesa u otra superficie plana y lisa es lo mejor, aunque también puedes utilizar tu bolsa-.

En primer lugar, sujeta bien fuerte la cámara con una mano y colócala en posición bocabajo durante todo el proceso para minimizar la entrada de suciedad en su interior; con la otra mano extrae el objetivo -al que debes haber puesto previamente la tapa protectora en la parte frontal- y colócalo sobre la superficie de apoyo que hayas elegido. Acopla rápidamente la nueva óptica en la cámara y acopla la tapa protectora de las lentes posteriores al objetivo que has retirado. No olvides guardar este último en un lugar protegido, preferiblemente acolchado.

Ojo con la arena y el polvo

Aunque el agua tiene mucha fama, los enemigos número uno de tu cámara son la arena y el polvo. La playa, los desiertos y las superficies terregosas con viento son un arma letal para la mecánica de tu equipo. La arena, además, tiene propiedades abrasivas e, impulsada por el viento, puede rayar las lentes y la pantalla LCD trasera. En el interior, estos elementos ensucian y arañan el sensor, y en el exterior son capaces bloquear los botones, el zoom e incluso el anillo de enfoque.

Si te ves obligado a utilizar tu equipo en lugares con mucha tierra, llévalo bien guardado y protege de manera adicional cada objetivo y el cuerpo recubriéndolos con una bolsa de plástico. A la hora de trabajar, trata de tener la óptica descubierta el menos tiempo posible y usa un filtro protector.

Además, procura cubrir la cámara con una funda de lluvia para minimizar el rozamiento por las partículas levantadas por el viento. Una vez regreses a un lugar seguro, limpia bien la cámara por fuera utilizando brochas y perillas de aire. Si el cuerpo está sellado, te ahorrarás unos cuantos problemas.

Hashim Pudiyapura - Shutterstock

Hashim Pudiyapura – Shutterstock

El líquido elemento

Especialmente cuando el equipo no está sellado, debes evitar exponerlo al peligro que conlleva el agua; en caso de usarlo bajo la lluvia, por supuesto, es imprescindible utilizar una funda diseñada a tal efecto. Si tu cámara se ha caído al agua o se ha empapado y tuviste la suerte de que estuviese apagada, hay muchas probabilidades de que sobreviva mientras no la enciendas. Si lo haces, la humedad provocará un cortocircuito y la perderás para siempre, así que introdúcela en un recipiente con bolsitas de silica gel o arroz (cuando no tengas más remedio) durante varios días hasta que absorba totalmente la humedad. Ten en cuenta que el almidón del arroz libera mucho polvillo y te añade otro problema, así que de nuevo, antes de encenderla, sigue las instrucciones de limpieza que te damos en el punto anterior.

Si estuviste haciendo fotografía de costa y el agua salada ha salpicado tu cámara, es muy importante que la limpies en cuanto llegues a casa, ya que el agua de mar es altamente corrosiva. Para ello, apaga la cámara y extrae las baterías, humedece un paño en agua dulce y limpia el cuerpo a conciencia. A continuación, seca la humedad que acabas de provocar con otro paño. Repite este proceso con filtros, lentes, trípode…

Otro peligro es la aparición de hongos debido al calor y a la humedad. Para evitarlo, no expongas tu cámara a altas temperaturas ni a la condensación que se deriva de cambios bruscos de temperatura, y minimiza la humedad en tu bolsa fotográfica colocando unas cuantas bolsitas de silica gel. Si tu lente está afectada por hongos, ponla “en cuarentena” para que no contagie al resto del equipo y llévala al servicio técnico, donde tendrán que desmontar el objetivo para quitar los hongos de cada lente por dentro. Puedes descubrir la presencia de estas colonias de microorganismos mirando a la luz a través del objetivo sin las tapas posterior ni delantera.

Establece una rutina

Los cristales de los objetivos requieren un mantenimiento periódico. Muchos fotógrafos las limpian siempre que vuelven de utilizarlas y otros, en cambio, una vez cada treinta días o cada varios meses si no les dan mucho uso. Existen paquetes de limpieza de lentes, básicamente configurados por una perilla con brocha para las junturas y partes exteriores, y toallitas o paños.

Proteger tus objetivos con filtros UV es muy buena opción, ya que además de absorber los primeros impactos de golpes y caídas y evitar ralladuras, sirven de protección contra la fricción de los paños de limpieza de lentes que muy poco a poco van eliminando los recubrimientos químicos que protegen las lentes originales. El parasol también supone un seguro de vida para tus ópticas porque es capaz de absorber los impactos. Si has decidido no poner ningún filtro protector a tu objetivo, procura llevarlo con la tapa puesta siempre que no estés disparando.

Harut Movsisyan - Shutterstock

Harut Movsisyan – Shutterstock

Larga vida a las baterías

Cuando utilices accesorios que requieran pilas (como el flash), recuerda extraerlas si no vas a utilizarlas durante un tiempo, porque de lo contrario pueden sulfatarse en su interior estropeando los automatismos. Acuérdate también de retirar siempre la batería del cargador cuando el proceso haya concluido, lo contrario solamente contribuye a recalentarlas y a acortar su vida útil.

El frío descarga la fuente de energía de tu cámara, así que si necesitas utilizarla en entornos nevados o a temperaturas muy bajas, trata de llevarlas fuera de la cámara en un lugar cálido o pegadas a tu cuerpo. Evita especialmente exponer pilas y baterías a altas temperaturas y al sol -no dejándolas dentro del coche en días calurosos, por ejemplo-. Este es un consejo que debes hacer extensivo a todo tu equipo.

Rutina de mantenimiento de equipo

  • Saca pilas y baterías de la cámara en períodos en que no la uses.
  • Incorpora bolsitas de silica gel a tu bolsa fotográfica.
  • Limpia periódicamente los objetivos y el cuerpo de cámara.
  • Revisa el sensor y límpialo cuando sea necesario.
  • Trata de proteger tus objetivos usando filtros protectores.
  • Evita la exposición a: agua, polvo, arena, cambios de temperatura y entornos cálidos y húmedos.

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