El robot familiar que aprende y te ayuda se llama Big-I
Big-I es un robot familiar que aprende gracias a su inteligencia artificial y que se puede convertir en el mejor amigo de todos los habitantes de una vivienda. Se trata de una especie de asistente que facilita la vida y asume las tareas que le encomiendas.
Tarde o temprano, la robótica va a formar parte de nuestra vida más cotidiana. Big-I es un robot familiar que pretende introducirse en nuestro día a día, en una mezcla entre asistente, mayordomo y mascota. Por un precio de mil dólares (700 si se reserva ahora) y empezando a comercializarse a finales de este año, este robot familiar es capaz de reconocer caras, de entender comandos de voz y de interactuar con todos los dispositivos ‘inteligentes’ de nuestra vivienda. Además, le puedes enseñar para que vaya asumiendo cada vez más funciones. Por ejemplo, si tienes bombillas inteligentes, puedes programarle para que las encienda cuando alguien entre por la puerta a partir de una hora determinada, o también puedes enseñarle lo que es el sofá, y que encienda la televisión en un canal determinado si ve sentarse a los niños en un momento del día determinado. Ese pequeño ‘cubo de basura’ rodante puede llegar a ser realmente útil.
Más funciones de este robot familiar
Como el Big-I tiene que tener acceso a Internet, también puede ayudar a los niños con los deberes, al hacer búsquedas y encontrar la información que necesitan. Además, si lo que buscas es una mascota que te haga compañía sin que la tengas que alimentar (se carga solo), también es capaz de bailar o jugar al escondite. Hay más; puede informarte de quién te llama y desviar las llamadas que no te interesen. Además, gracias a su reconocimiento facial y de voz, sólo atenderá a las órdenes de aquellas personas que estén autorizadas a usarlo. Si alguien que no figura en esa lista le manda cosas, le contestará amablemente que no las va a hacer. Además de por voz, se le puede controlar por una aplicación que ofrece muchas más funciones adicionales.
Especificaciones del Big-I
Pesa unos doce kilos y, por el momento, sólo está disponible para usuarios que le hablen en inglés o chino. Se conecta a través de WiFi, bluetooth o infrarrojos, ‘ve’ a través de una cámara de 3D y 720p, y ‘escucha’ merced a un micrófono de 360º. Además, tiene sensores que detectan luz, temperatura ambiental, humedad, acelerómetro y giroscopio. Otras de sus funciones son la detección de obstáculos mientras se desplaza o las videollamadas. Las posibilidades de este robot familiar son gigantescas.