Cómo revelar tus fotos: Tus mejores recuerdos en papel o en digital
Te explicamos los factores a tener más en cuenta a la hora de saber cómo revelar tus fotos
El formato digital trajo nuevos retos para los fotógrafos, pero también delegó a un segundo plano el revelado de fotos en papel, aunque no para todos. A continuación, te explicamos todo lo que debes tener en cuenta a la hora de saber cómo revelar tus fotos, ya sea en papel o en digital.
Del laboratorio al ordenador
En la era química los fotógrafos se limitaban a la captura y, excepto para aquellos pocos que tenían un laboratorio en el sótano de su casa, la tarea acababa cuando guardaban el carrete en su estuche y lo entregaban para revelar. Los aficionados se conformaban con utilizar el tipo de película con que más se identificaban y lo llevaban a estudios donde aplicaban un revelado estándar. Sin embargo, la práctica común entre los profesionales consistía en recurrir a un lugar de confianza, donde un artista del revelado sabía cómo revelar tus fotos dando un tratamiento personalizado a cada imagen, conociendo las preferencias de todos sus clientes.
Con la popularización de la fotografía digital, pasamos de trabajar con nuestro propio equipo informático y, con ello, la responsabilidad absoluta del resultado final empezó a recaer sobre nosotros mismos. Esto nos obliga a asumir el papel de los expertos reveladores, sin que en la mayoría de los casos lo seamos, ni tengamos un especial interés en serlo.
Qué duda cabe de que el grado de procesado tus imágenes debe responder a tu criterio personal como autor de la misma, pero existen ciertas pautas que te pueden ayudar a lograr un resultado más acorde a la especialidad que estas buscando.
¿Qué necesita tu laboratorio digital?
Lo fundamental es un ordenador con la capacidad suficiente como para almacenar tus instantáneas y ejecutar los programas de revelado. En este sentido, el disco duro y la memoria RAM son los componentes que más debes valorar, los software de revelado apenas utilizan memoria gráfica, así que si tu propósito es meramente fotográfico no es necesario que inviertas mucho en ella.
Los ajustes de luminosidad y color de cada monitor son diferentes, en los portátiles, incluso, basta con abatir un poco más o menos la pantalla para que la imagen se visualice de una manera diferente. Por eso, es importante que, si vas a imprimir habitualmente tus fotografías o quieres tener el mayor control sobre ellas, adquieras un calibrador. Una pantalla calibrada no es la garantía de que el resultado sea 100% fidedigno, pero sí de que está dando el máximo resultado. Los estándar no son muy fiables en ese sentido, por eso lo óptimo es contar con uno de alta calidad especializado para fotografía.
Si solamente quieres clasificar tus capturas, eliminar manchas del sensor, hacer retoques generales (o pasar en blanco y negro) y de vez en cuando emplear retoques por zonas con un pincel sin invertir demasiado tiempo y no complicándote demasiado, tu programa es Adobe Lightroom, un programa diseñado por y para fotógrafos.
Si lo que buscas son métodos de enfoque más efectivos, conversiones a blanco y negro sofisticadas, retoque por capas y montajes, entonces no hay duda el mejor es Photoshop. Muchos usuarios avanzados combinan estos dos programas.
Un procesado para cada fotografía
Aparte de tu propio criterio estético, valora mucho cual va a ser la finalidad de la misma. Unos sencillos consejos para cada disciplina a la hora de saber cómo revelar tus fotos:
-Retratos: La naturalidad suele favorecer los primeros planos de gente. Como norma general, no conviene pasarse con la saturación, la claridad y el contraste, ya que endurecen los rasgos del protagonista y resaltan las arrugas e imperfecciones de la piel. Te ganarás el favor del retratado aplicando en Lightroom el pincel “Suavizar piel” por las partes visibles de su piel (cara, manos…). Conviene ser sutil con estos retoques, ya que el exceso puede causar el efecto contrario al deseado. La clave alta (sobreexponer buscando los blancos y una atmósfera mística) también puede favorecer los retratos. Un recorte adecuado para eliminar elementos que distraen y hacer que el protagonista cobre importancia también es muy deseable.
-Paisajes: Si buscas representar la naturalidad, lo mejor es aplicar los ajustes básicos de exposición, contraste y claridad, y si el cielo es demasiado claro pero recuperable, también un filtro degradado que lo oscurezca. No conviene olvidar tampoco enderezar el horizonte. Sin embargo, si lo que prefieres es dar rienda suelta a la creatividad, la técnica HDR o jugar con la temperatura de color aporta buenos resultados.
-Viajes, celebraciones y eventos: Cuando haces un álbum, por ejemplo, de un cumpleaños, con el mero fin de tener un recuerdo simpático, suele ser una buena idea incluir una selección de los mejores momentos de manera salteada en blanco y negro, algún filtro sepia le da un toque retro que vaya con el sentido de la escena. No conviene excederse en el uso de los efectos, es mejor que sean la excepción a lo largo del álbum, de manera que animen su visionado, pero sin resultar repetitivos.
-Deportes y mascotas: Como norma general, conviene destacar al personaje principal con un recorte que elimine otras distracciones. En este caso, la claridad y contraste nos benefician (siempre sin pasarse). Para lograr un fondo desenfocado, puedes aplicar un pincel con la claridad al mínimo, con mucho cuidado y paciencia para no restarle nitidez a los sujetos protagonistas.
Formato de salida
A la hora de plantearte cómo revelar tus fotos, es importante distinguir el uso que vas a hacer a dar a la toma para exportarla en el formato adecuado. Si simplemente vas a visualizarla a través de una pantalla, enviarla por e-mail o colgarla en redes sociales, saca un archivo en JPEG, espacio de color sRGB y 72 ppp (puntos por pulgada). En cambio, si tu intención es imprimirla expórtala en JPEG, espacio de color Adobe 98 y 300 ppp. Para asegurarte de que el archivo soporta la máxima ampliación posible crea un TIFF de 16 bits.
El procesado y los concursos
Antes de presentarte a un concurso lee las bases para comprobar hasta dónde puedes llegar. Para eso es aconsejable ser modesto en los retoques, acordarse de lo que has hecho en cada fotografía, o procesarla específicamente para cada concurso. Cada vez es más común que los concursos valoren la calidad fotográfica del autor independientemente de su habilidad como revelador, de manera que poco a poco las normas son más estrictas y muchos de ellos ya solo permiten los ajustes básicos.
¿Clonar o no clonar? Esa es la cuestión
Eres el dueño de tus trabajos y cuando son para uso propio nadie puede decirte qué o como procesar. Sin embargo, si vas a asomarte al circuito profesional, ten en cuenta que no existe mayor descrédito para un fotógrafo de reportaje, prensa o documental que eliminar o añadir un elemento a su imagen por medio de un clonado. La eliminación de las manchas del sensor y los recortes en cambio sí que están totalmente permitidos. En otras disciplinas como moda y publicitaria, el clonado de elementos es una práctica habitual.
Texto de Daniel Santos adaptado por Isabel González